La senadora provincial Viviana Arcidiácono (PJ/FpV), pidió a través de un proyecto de ley que los medios de comunicación eviten la “violencia simbólica” al publicitar, promocionar, comercializar, divulgar y ofrecer en forma expresa o implícita servicios sexuales, cumpliendo efectivamente con la responsabilidad social que les corresponde.
Según explicó la legisladora oficialista en un comunicado de prensa, la violencia simbólica es aquella que se manifiesta a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos o signos transmite y reproduce dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad conforme la ley nacional 26.485 (“Ley de Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres”).
En su iniciativa, Arcidiácono procura establecer un límite concreto, respecto de practicas de difusión publica, que además de que pueden favorecen la expansión del negocio de la prostitución y la trata de personas, resultan en si mismas violentas y discriminatorias y atentan contra la dignidad humana en su sentido mas amplio.
“Todos sabemos el alcance y el poder que tienen los medios de comunicación, que ocupan un rol central en las sociedades actuales. Por tal motivo consideramos esencial su actuar responsable y su aporte en el proceso de concientización sobre la trata de personas con fines de explotación sexual y la violencia contra las mujeres, flagelos que amenazan a gran parte de la humanidad” precisó la senadora oficialista.
A partir de este proyecto, los medios de comunicación, no podrán, por medio del lenguaje utilizado ni a través de fotografías o imágenes, enaltecer, inducir, estimular o favorecer actividades criminales o ilegales, ni atentar contra la dignidad de las personas. De este modo, se procura coadyuvar en la eliminación de prácticas socioculturales que tienden a la “cosificación” de las personas, particularmente de las mujeres, niños y niñas, y por tanto al menoscabo de su calidad inalienable de personas.
“Es innegable que la explotación sexual constituye un acto de violencia extremo. Pero, es preciso remarcar, que la violencia no sólo se manifiesta en el secuestro y tortura de las víctimas sino también que parte desde el propio lenguaje que, en apariencia más inofensivo, va tejiendo en la conciencia social una mirada violenta y discriminatoria. Uno de los estados mas graves y preocupantes de la violencia es sin duda su naturalización que lleva indefectiblemente a su invisibilización”, finalizó Arcidiácono.