Síndrome crepuscular: La falta de sol precipita a veces la internación senil
Entre los adultos mayores, los cuadros de confusión pueden obedecer en ocasiones a un simple desajuste del reloj biológico.
Aunque con diferentes matices, la situación resulta hoy conocida por muchas familias: de pronto el abuelo empieza a despertarse de madrugada y a deambular por la casa; puede que se lo encuentre masticando un jabón o discutiendo con el perchero, lo cierto es que no parece el de siempre; se lo ve confuso, quizás hasta agitado. Y aunque al día siguiente todo haya vuelto a la normalidad, el episodio vuelve a repetirse. Así noche tras noche hasta que sus hijos -tan preocupados por su salud como hartos de no poder dormir- deciden que ha llegado finalmente la hora de internarlo en un geriátrico. El problema es que tal vez no sea así.
Los cuadros de confusión que precipitan a veces la internación de los adultos mayores pueden no ser necesariamente irreversibles. A lo largo de los últimos años, los médicos han venido observando que un número cada vez mayor de esos casos obedecen un simple desajuste del reloj biológico, producto de la falta de contacto con la luz solar.
“Se lo conoce como síndrome vesperal o sundowning y no constituye una enfermedad sino apenas el síntoma de una alteración en los ritmos circadianos que se ve cada vez con mayor frecuencia. Esto es simplemente porque aparece después de los setenta años de edad y hoy la gente vive más”, explica el doctor Arturo Garay, director del Centro de Estudios del Sueño del Instituto Médico Platense.
Si bien el cuadro “puede presentarse en cualquier momento del día, en general se da tras la caída del sol, de ahí su nombre. Lo que sucede entonces es que los pacientes caen en un estado de confusión y ansiedad; algunos se muestran nerviosos o agresivos y hasta puede que deliren. El hecho es que verlos así hace que sus cuidadores, en general los propios hijos, se asusten y decidan internarlos en un geriátrico cuando en realidad no siempre es necesario”, señala el médico.
RESINCRONIZARLOS
Dado que se asocia a una baja exposición a la luz solar, el síndrome vesperal a menudo afecta a ancianos que, por sufrir problemas de movilidad, pasan buena parte de sus días sin salir al exterior y mirando televisión. Pero también se da entre personas que vienen de largas internaciones hospitalarias. Cualquiera sea el caso, el problema parte de una desincronización de sus ritmos biológicos.
Al desincronizarse con respecto al ciclo de 24 horas del día, estas personas están “durmiéndose y despertándose constantemente, lo que lleva a que su estado de confusión sea con el paso de los días cada vez mayor. Pero por grande que sea, esa desincronización es perfectamente reversible. El problema está en que para poder revertirla hace falta primero reconocerla como tal”, afirma el neurólogo.
En lugar de ello, “muchos de estos pacientes son tratados con antipsicóticos, lo que en general empeora su cuadro”, explica.
Lejos de todo tratamiento farmacológico, “para corregir el sindrome vesperal basta en general con resincronizar los ritmos biológicos de esas personas reforzando sus actividades a la mañana y ayudándolas para que reciban más horas de sol. En invierno se puede recurrir incluso a lámparas que emiten pulsos lumínicos. Ya a los quince días los resultados empiezan a hacerse evidentes”, asegura el doctor Garay.
Cada vez más común, ya que algunos estudios estiman que afectaría hoy hasta a un 25% de las personas mayores de 70 años, el síndrome vesperal no sólo tiene un enorme impacto emocional en las familias. Dado que conduce a internaciones tempranas, también repercute sobre los sistemas sanitarios provocándoles millonarias sobrecargas económicas.

