Lunes de la 5ª Semana de Cuaresma…
Anunciación del Señor
En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María.
El ángel, entrando en su presencia, dijo:
– «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo».
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo:
– «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».
Y María dijo al ángel:
– «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?».
El ángel le contestó:
– «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible».
María contestó:
– «Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».
Y la dejó el ángel. Evangelio: Lucas 1, 26-38
CLAVES para la VIDA
– En esta escena descubrimos, en toda su fuerza, por un lado el “sí” salvador de Dios y por otro la humanidad, representada por María, que responde con su “sí” de acogida: “hágase en mí según tu palabra”. Del encuentro de estos dos síes, brota, por obra del Espíritu, el Salvador Jesús, el verdadero Dios-con-nosotros. Entra en escena el nuevo Adán, cabeza de esa nueva humanidad. Y a su lado aparece, con un “sí” en los labios, en contraste con la primera, la nueva Eva. Así lo ha leído y vivido la tradición cristiana.
– María, una humilde muchacha de Nazaret, es la elegida por Dios para ser la madre del Esperado. Ella es la “llena de gracia”, “la bendita entre las mujeres”; y empieza a dibujarse así, en las páginas del evangelio, el mejor retrato de esta mujer, cuya actitud de disponibilidad para con Dios, “hágase en mí”, no será sólo de este momento, sino de toda la vida, incluida su presencia dramática al pie de la Cruz.
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Nos invitas, Señor, a entrar en el corro de la alegría, que llega desde la joven de Nazaret hasta nosotros. Que también nosotros nos entreguemos a tu designio como María”.
