El obispo de Zárate-Campana, Oscar Sarlinga, en una entrevista que le realizó y publicó la revista La Tecla, habla de las tareas en común con los ejecutivos, la relación con Daniel Scioli y su posición frente a los foros comunitarios planteados por el vicegobernador, Gabriel Mariotto.

Desde hace seis años tiene a su cargo una diócesis que nuclea a siete municipios del norte de la Provincia, entre ellos

Baradero. Son, según él remarca, comunas de mucha producción y, también, de idiosincrasias diferentes.

Monseñor Oscar Sarlinga abre las puertas del obispado, ubicado en pleno centro de Campana, donde funciona además una de las tres radios FM que tiene la institución religiosa (las otras dos se encuentran en Escobar y Pilar). “Aunque parezca lo

contario, creo que en el último tiempo la gente ha tomado mayor conciencia de lo religioso”, asegura Sarlinga.

-¿Esto es lo que observan en su tarea?

-Sí, porque cuando se misiona, además de realizar un relevamiento respecto de la necesidad de la catequesis, de las distintas capillas que se han inaugurado, la participación propiamente religiosa, también se hace un relevamiento de las familias más necesitadas, a las cuales después se relacionan con las Cáritas parroquiales; y ahí tenemos una visión sobre cómo es la situación.

-¿Y cómo se maneja la diócesis con las diferentes intendencias?

-Bueno, abarcamos muchos partidos de la Provincia que son diversos entre sí, con realidades heterogéneas no sólo entre ellos sino también de manera interna. Desde ese punto de vista, las relaciones oficiales se dan en un ámbito de diálogo y mutua autonomía y sana cooperación en aquellas cosas que podemos hacerlo; por el ámbito de Cáritas, de desarrollo social, de la educación; son ámbitos donde se coopera en conjunto. Otro tipo de relación no hay, porque ésta no es una religión de Estado.

-¿Pero generan acuerdos u observa resistencia en algunos?

-No hay que ver en el obispo una especie de funcionario religioso de jerarquía; el encuentro con los intendentes se da en determinadas situaciones, pero no es de carácter permanente ni necesario. Se da en el marco de una cooperación que, a veces, requiere de algún tipo especial de acción; por ejemplo, cuando ocurrió la última tormenta, donde se dio una cooperación notable entre las comunidades religiosas, los municipios, la Provincia y la Nación.

-¿Cómo manejan la situación cuando quedan en medio de confrontaciones internas del poder político?

-Aquí, ese tipo de pujas no se ha dado. Puede ser por afinidad, por las características particulares de las personas que hoy están a cargo del Ejecutivo, pero yo no he visto ese tipo de dificultades, sino, más bien, una acción en conjunto. En los últimos temporales se ha trabajado de una manera articulada en las diversas estancias del Estado, y también en las distintas instituciones.

-El vicegobernador, incluso antes de ocupar ese cargo, puso en marcha los foros de consulta comunitaria como forma de debatir temas. ¿Qué opina de esta modalidad?

-Todo lo que signifique consulta y diálogo, es positivo. Las autoridades civiles, en tanto más se acerquen a escuchar a la gente en un sentido amplio, a todos los sectores, también se van a hacer una idea más amplia y precisa de aquello que mejor se necesita; en última instancia, la política es el arte de gobernar bien para el desarrollo de una comunidad. Si es para diálogo y escuchar, creo que es positivo.

-¿Ha sido convocado alguna vez?

-No, nunca, pero tampoco tienen por qué hacerlo, y, seguramente, entre los convocados habrá personas católicas que pueden expresar su opinión.

-Existen muchos sectores, incluso políticos, que muestran una mirada peyorativa de la Iglesia.

-Esto, directamente, no lo he notado, pero si tenemos de la Iglesia un concepto más amplio, está también nuestro laicado, y está entre sus misiones intervenir en este tipo de actividades. Desde esta perspectiva, creo que, más bien, deberíamos activar ese tipo de participación.

Fuente: La Tecla.