28 de noviembre de 2012

Según un estudio la hora de la muerte está marcada en los genes.

¿Está “escrito” en alguna parte del cuerpo humano el momento de nuestra muerte? Aparentemente sí, de acuerdo al descubrimiento de un grupo de científicos que investigaban sobre el mal de Alzheimer.

Se trata de un gen que regula el horario de la muerte de los seres humanos y que fue descubierto por médicos de Estados Unidos, cuyo estudio fue publicado en “Annals of Neurology”, y que, paradójicamente, ayudaría en tratamientos cardíacos y neurológicos.

Andrew Lim, del Departamento de Neurología del ‘Beth Israel Deaconess Medical Center’, en Boston, dijo haber descubierto por casualidad una variación genética que regula el horario de la muerte, mientras investigaba con sus colegas el desarrollo del Parkinson y del Alzheimer.

Los médicos investigaron los patrones de sueño de más de mil personas sanas de unos 65 años de edad, que también hicieron evaluaciones anuales neurológicas y psiquiátricas.

Los científicos encontraron una molécula cerca de un gen llamado ‘Periodo 1`, que tiene como base la adenina (A) o la guanina (G) que responden al hábito de los seres humanos de despertarse.

Los resultados también demostraron que, sobre esta base, las personas se dividen en tres tipos: AA, GG y AG mixto, y resultó que las personas con genes de AA y AG morían antes de las 11, y los GG tendían a morir antes de las 18.

Los investigadores esperan que los hallazgos puedan utilizarse en el futuro para hacer conclusiones más útiles como, por ejemplo, en qué momento del día los pacientes con problemas del corazón o con un derrame cerebral deberían tomar medicamentos, para que resulten más eficaces, o cuándo deben ser controlados más de cerca los pacientes hospitalizados.

Estos genes, según se describió, se encargan de la mayoría de las funciones del llamado “Reloj Biológico”, el cual rige varios de los impulsos más básicos (como el reproductivo) y aparentemente, también el horario en que una persona debe morir.

“El reloj biológico interior regula muchos de los aspectos de la biología y conducta humana, incluyendo los estados clínicos agudos, como el derrame cerebral y el infarto”, señaló Andrew Lim, el autor principal de la investigación.