Bioetanol: la próxima generación de energía basada en la caña de azúcar.
Para 2020, se estima que más del 80% del etanol producido en el mundo estará basado en la caña de azúcar. Además, genera 2 millones de toneladas de residuos capaces de transformarse en electricidad. El potencial de este cultivo será presentado en el Seminario Internacional de Caña 2014 que se realizará en Tucumán.
La producción de caña de azúcar en el NOA es clave en la economía regional de Tucumán, Salta y Jujuy –con una participación del 98% sobre el total de la producción nacional– y, en menor medida, en Santa Fe y Misiones. En las últimas tres campañas, el sector alcanzó una producción promedio de 2.1 millones de toneladas de azúcar y cerca de 380 millones de litros de alcohol destinado a biocombustibles. De acuerdo con las estimaciones, para 2020 más del 80% del etanol producido será de caña de azúcar.
De acuerdo con Alejandro Valeiro, coordinador del programa nacional de Cultivos Industriales del INTA, “en el mundo, hay una marcada tendencia hacia el uso de energías renovables, y eso nos ubica en un posición privilegiada como generadores de biocombustibles y de energía a partir de la biomasa en general”.
En la Argentina, hay más de 350 mil hectáreas de cañaverales cuya producción se destina a 23 ingenios que elaboran azúcar y 16 destilerías –que obtienen alcohol destinado a mezclas con naftas–. De acuerdo con estimaciones internacionales, la actividad sucro alcoholera podría crecer un 10% para 2016 y un 33% para 2020. Este potencial será destacado en el Seminario Internacional de Caña de Azúcar 2014, organizado por INTA, el encuentro se realizará del 1 al 5 de septiembre en Famaillá –Tucumán–.
Asimismo, un estudio reciente de la FAO y el INTA, determinó que nuestro país tiene una disponibilidad de 6.6 millones de toneladas anuales de residuos derivados de las actividades agrícolas, forestales y forestoindustriales cuyo 80% podría utilizarse para generar energía. Con 2 millones de toneladas, el cultivo de la caña de azúcar lidera el aporte.
“Para que esto se cumpla, se deben dar las condiciones agroclimáticas y la inversión en infraestructura”, señaló Valeiro quien además destacó que: “hay alrededor de 5 millones de hectáreas aptas para el cultivo de caña de azúcar, lo que permitiría incrementar en forma exponencial la producción de etanol y resguardar, al mismo tiempo, los bosques nativos, la biodiversidad y la seguridad alimentaria”.
Esta cifra potencial para la expansión del cultivo de caña en forma sustentable fue determinada por el Instituto de Clima y Agua del INTA Castelar mediante la utilización de sistemas de información geográfica y herramientas de análisis espacial que permitieron considerar factores climáticos y edáficos.
Así, en función de las áreas cañeras potenciales, desde 2009 se desarrollan ensayos de variedades en Formosa, Chaco, Corrientes, Misiones, el norte de Santa Fe y en algunos sectores no tradicionales del NOA para determinar cuáles son las que mejor se adaptan a esos ambientes. “Las investigaciones se centran en el manejo del cultivo, genética, sistemas de riego e implementación de maquinarias para cultivo y cosecha, tanto para zonas tradicionales como para nuevas áreas potenciales”, indicó Valeiro
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