El hecho es tan inusual que uno de los médicos que intervino en la operación dijo que había sólo un antecedente registrado en el mundo, de un caso ocurrido en China en 2011.

El paciente pasó por una odisea antes de que le fuera diagnosticada su afección y, al decir de los médicos, cuando le dijeron lo que habían encontrado en su corazón, tras operarlo, se rió mucho y dijo que había comido varias picadas junto a sus amigos a fin de año.

El paciente, identificado como Horacio Rodríguez Videla, llegó a hacer su primera consulta en un hospital de Corrientes con un extraño cuadro, caracterizado por fiebres altas, pérdida de peso y tos con sangre.

Los médicos que lo atendieron estaban desconcertados y tras recitarle una primera tanda de antibióticos, decidieron cambiarlos por otros, ya que el paciente no registraba mejoría, seguía perdiendo peso y no podían bajarle la fiebre.

Fueron muchas las hipótesis que se barajaron. Desde la posibilidad de que padeciera sida o tuberculosis a que sufriera los efectos de algún extraño virus no identificado.

Sin embargo, los análisis de laboratorio no arrojaban resultados positivos a esas patologías y el paciente no registraba ninguna mejoría con el cambio de antibióticos, lo que desconcertaba cada vez más a los médicos que lo trataban.

Las radiografías y tomografías tampoco revelaban nada. Solo cuando los remedios limpiaron la infección en el corazón se pudo ver lo que en un principio los médicos creyeron que era un catéter, pero más tarde, para sorpresa de todos, se reveló como un escarbadientes.

La sorpresa de los médicos que participaban de la operación fue enorme. De hecho, algunos llegaron a no creer que se tratara de un escarbadientes y cuando finalmente depositaron el elemento extraído sobre la mesa y lo partieron, preguntaron “¿qué hay adentro?”. Y el jefe del equipo respondió “madera, qué va a haber”.

Más difícil todavía resulta entender cómo llegó hasta alli el escarbadientes.

La hipótesis más firme que barajan los médicos es que pudo haber entrado por el esófago o la vena cava inferior, y de allí a la aurícula derecha, que va directo al corazón.