El bloqueo a las exportaciones de trigo sigue golpeando de lleno a los productores rurales, quienes desde el año 2005 vienen sufriendo las consecuencias de una política sectorial injustificada. La Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa se ve en la necesidad de remarcar que este tipo de “política”, afecta profundamente a los productores trigueros que en buena parte desarrollan su actividad en zonas duramente castigadas por el clima y en donde no existen alternativas productivas; además de imposibilitar al país el ingreso de divisas por exportaciones y de restarle seriedad como País proveedor de alimentos en un mundo demandante de ellos.
Se trata, lisa y llanamente, de un robo. Recursos que legítimamente les corresponden a quienes trabajan sus campos, y que deberían quedarse en las comunidades del interior para reactivar la economía de pueblos que se van perfilando en pueblos fantasma, son transferidos al Gobierno Nacional y a su club de amigos, los exportadores y los molinos harineros. Los autores intelectuales de este robo, hacen oídos sordos a los reclamos y en vez de buscar una solución al problema, siguen elaborando complicadísimos sistemas de compensaciones, difundidos en giras proselitistas en donde se les entrega a un puñado de productores una pequeña indemnización por el robo al que están siendo sometidos y sin dar respuesta real a esta acuciante situación.
Desde CARBAP expresamos que intentar justificar el bloqueo de las exportaciones bajo el argumento de proteger “la mesa de los argentinos” no es más que una falacia harto comprobada. En primer lugar porque la incidencia del precio del trigo en la composición final del pan es ínfima (menos de un 12%) y en segundo lugar porque nunca en la historia de nuestro país fue necesario cerrar las exportaciones para asegurar el consumo interno, porque el abastecimiento siempre ha estado asegurado.
Sorprendentemente la única vez que hubo escasez de harina de trigo para el pan -por problemas climáticos- y tuvo que ser reemplazado por pan de centeno y mijo, fue al término del primer gobierno de Juan Domingo Perón, quién en dicha oportunidad prefirió honrar los compromisos externos a cerrar las exportaciones.
CARBAP exige una urgente resolución a la dificultad existente para comercializar el trigo a un precio justo y cesar con las promesas de imposible cumplimiento, que sólo son cómplices de este probado saqueo a la producción.