Darle sentido a esa desesperación: En los zapatos del enemigo

Por Miguel A. Semán (APe).- En la semana que pasó tres talibanes se hicieron detonar en el Hotel Intercontinental de Kabul. Hubo más de veinte muertos. El Departamento de Estado, el único que existe, hizo conocer su estupor ante “el desprecio que estos terroristas sienten por la vida humana”.

John Berger en un prólogo escrito en noviembre de 2001 para el libro de Arundhati Roy El álgebra de la justicia infinita, se propuso comprender y explicar qué produce a un terrorista mundial. No se refería a los líderes sino a un mártir suicida. Y llegó a una conclusión muy simple: lo que produce a un terrorista mundial es una forma de la desesperación. Los actos de esos voluntarios anónimos son un modo de trascender y darle sentido a esa desesperación.

Pero estos actos y su sentido son incomprensibles para el Primer Mundo que se distrae y se entretiene en sí mismo y nunca podrá imaginar el nivel de desesperación que puede alcanzar quien durante décadas ha vivido en un campo de refugiados, por ejemplo.

O quien el lunes sólo encuentra sobras para subsistir un día más.

El martes al despertar sabe que no existen los derechos.

El miércoles es conciente de que durante años todo ha ido cada vez peor.

El jueves se siente incapaz de cambiar casi nada, y se aferra ese casi para seguir viviendo.

El viernes cree en las mil promesas que inexorables de alejan de él y de los suyos.

El sábado se aferra el ejemplo de los que hoy son escombros por haber resistido.

Y domingo soporta el peso de los suyos asesinados.

Dice John Berger que estos son los siete niveles de la desesperación y que cualquier estrategia planteada por los líderes políticos para quienes es inimaginable dicha desesperación fracasará y reclutará más y más enemigos.