En los próximos diez años, la Argentina duplicaría las exportaciones de carne y huevos. Especialistas del INTA destacan el momento óptimo del sector avícola.
Ya no preocupa si fue primero el huevo o la gallina. Ahora, la clave está en su producción. Se estima que para 2020 las exportaciones de carne aviar pasarían de 290.000 a 630.000 toneladas y el consumo per cápita aumentaría un 60%. Con estas cifras, la Argentina se ubica en el sexto lugar de las exportaciones mundiales de carne de aves.
Jorge Azcona, especialista en nutrición y manejo avícola del INTA Pergamino –Buenos Aires–, destacó el momento óptimo por el que está atravesando el sector. “En comparación con otras carnes, el productor obtiene un pollo terminado y listo para comercializar en un plazo mucho más corto”.
Según estudios de la Fundación Mediterránea y el INTA, en los próximos 10 años el consumo global de carne aumentaría de los actuales 32 kilogramos de carne per cápita a 52 kilogramos per cápita.
Mario Bragrachini, coordinador del proyecto cosecha y poscosecha del INTA, insistió en que agregar valor a los granos y convertirlos en producto balanceado con posibilidades de que se transformen en carne bovina, porcina, caprina, aviar, leche y pescado, es la clave”. Además aseguró que “así llegaremos al año 2020 con 50 mil nuevos puestos de trabajo en la cadena aviar de carne y huevo”.
Un estudio del INTA-Precop determinó que la producción de huevos y su transporte al lugar de comercialización, a 70 kilómetros de distancia, genera 27,7 veces más puestos de trabajo que el grano –maíz y soja– vendido al puerto a 300 kilómetros de distancia.
La cría y reproducción de aves para consumo es una cadena productiva de gran rotación. Durante 2010, la producción de pollos y huevos en la Argentina crecieron un 6,3% y 4%, respectivamente. En cuanto al consumo, la carne de pollo llegó a los 34,4 kilogramos anuales por persona y 218 huevos por habitante en un año.
Claudia Gallinger, especialista en nutrición aviar del INTA Concepción del Uruguay –Entre Ríos–, remarcó la importancia de la nutrición integral de las aves debido a que el alimento representa el 70% del costo de la producción. “Es fundamental que el productor conozca los valores nutricionales –proteína, cenizas, humedad, grasa, fibras, minerales e índices de estabilidad– de la materia prima para poder realizar ajustes periódicos en la alimentación”.
Por su parte, Zulma Canet, coordinadora del componente granja del INTA Pergamino, señaló que el agregado de valor a los productos de la avicultura servirá para recuperar la competitividad del sector.
En este sentido, la creciente preocupación de los consumidores por la salud y la inocuidad de los alimentos generan la necesidad de contar con productos de alto valor nutricional. “Enriquecer la carne de pollo y el huevo con ácidos grasos Omega 3 nos permitió modificar el valor nutritivo de la carne de aves”, remarcó la coordinadora, quien puntualizó que este desarrollo permitirá mejorar nutricionalmente la dieta del consumidor con resultados positivos para la salud.
Las diversas formas de industrialización del huevo –cabellos de ángel, en polvo, en barra– y de la carne de aves –pollos saborizados, pollos de exportación y tulipas de pollo– enriquecen a la industria, la impulsan y la renuevan.
En la actualidad, la avicultura argentina genera 132.000 puestos de trabajo directos. “El desafío es vincular a los productores primarios de granos en forma de integración vertical y asociativa”, indicó Bragachini, quien además agregó: “La avicultura puede exportar productos con valor agregado estratégico”.