11 de febrero de 2013

Los psicólogos y el secreto profesional: un complejo debate sobre sus límites.

El caso de una niña abusada por su padre enciende la polémica en torno al punto en que la reserva se torna en mala praxis.

¿Hasta dónde se debe resguardar el secreto profesional? Aunque existen criterios largamente establecidos por los códigos de ética, un reciente fallo de la Justicia Civil encendió la polémica al condenar a una psicóloga por reservarse la sospecha de que una paciente suya de 4 años de edad estaba siendo abusada sexualmente por su padre. La profesional deberá pagar ahora unos cien mil pesos de indemnización a la víctima, quien es ya una adolescente.

Pero lo cierto es que no todos comparten la postura adoptada por la Sala H de la Cámara Nacional al determinar que la psicóloga habría incurrido en un “alto grado de ineptitud” por “no advertir en tiempo y forma el abuso sexual del que estaba siendo objeto la niña”. Para el Colegio de Psicólogos de La Plata, entre otras entidades, no cabría en este caso una condena por ineptitud o mala praxis profesional.

La historia que desata opiniones tan contrapuestas comenzó en julio de 2008 cuando una mujer cuyo nombre se mantiene en reserva acudió a una psicóloga de la ciudad de Buenos Aires por los trastornos emocionales que advertía en su hija. La niña, por entonces de cuatro años y nueve meses de edad, había comenzado a manifestar crisis de llanto, tristeza, y conductas de aislamiento en el jardín.

A partir de esa primera consulta tuvo lugar un tratamiento que se extendió hasta febrero del año 2000. Pero ya para entonces -como se supo luego a través de un informe psicológico- hacía meses que la profesional tenía sospechas de que el padre de su paciente abusaba sexualmente de ella al retirarla en el marco de un régimen de visitas pactado con la mamá.

Al principio indecisa, la mujer resolvió accionar contra la profesional. Y mientras se tramitaba ese juicio civil, el padre de la niña fue condenado penalmente por abusar de ella. Pero la responsabilidad del hecho, entendieron los jueces, no podía limitarse sólo al abusador.

“Si la profesional tenía desde un comienzo sospechas con alto grado de probabilidad de un abuso sexual, conforme expuso en su último informe, ¿por qué motivo no arbitró los medios para proteger a la niña de otros ataques?”, se preguntaron los camaristas Liliana Abreut de Begher y Claudio Kiper al condenarla días atrás.

DE ABSOLUTO A CIRCUNSTANCIAL

Aunque el secreto profesional de los psicólogos solía ser de carácter absoluto, por lo cual los profesionales debían reservarse todo lo que escuchaban en el ámbito de la consulta, hace tiempo que ha dejado de serlo. Existen leyes -como la de Protección y Promoción de los Derechos del Niño entre otras- que exigen al terapeuta hacer una denuncia ante determinadas circunstancias.

Los propios códigos de ética que rigen la actividad profesional se han hecho eco de estos cambios. De hecho, en su última modificación, el Código de Ética del Colegio de Psicólogos de nuestra provincia incorporó una sección sobre los límites del secreto profesional, donde habilita a los profesionales a compartir información “cuando así lo exija el bien propio del consultante”, cuando “se trate de evitar la comisión de un delito” o bien para “prevenir los daños que pudieran derivar del mismo”.

Pero si bien cláusulas como éstas parecerían sustentar de por sí el reciente fallo de la Cámara Civil, desde el Colegio de Psicólogos de La Plata entienden que la profesional condenada no habría incurrido en una mala praxis.

“Cuando un psicólogo toma conocimiento o llega por sus métodos a diagnosticar un abuso sexual tiene la obligación de denunciarlo y no hay secreto profesional que lo ampare para mantener esa información en reserva. Pero en este caso puntual no habría habido un diagnóstico, eran apenas sospechas”, explica Silvia Guanciarossa, secretaria general del Colegio de Psicólogos de La Plata.

En ese sentido, “tampoco correspondería culpar a la profesional por haberse demorado en alcanzar un diagnóstico. Hasta donde sabemos, porque no accedimos directamente la causa, la madre no acude a la consulta por una presunción de abuso sino porque su hija sufría angustia, llanto y distracciones en la escuela, una sintomatología común en la infancia que no puede asociarse linealmente con una situación de abuso. Lleva mucho tiempo llegar a un diagnóstico así, máxime cuando se trata de niños. pequeños y la metodología de trabajo es a través del juego”, señaló la secretaría del colegio profesional.

 

AUNQUE EL SECRETO PROFESIONAL DE LOS PSICÓLOGOS SOLÍA SER DE CARÁCTER ABSOLUTO, POR LO CUAL LOS PROFESIONALES DEBÍAN RESERVARSE TODO LO QUE ESCUCHABAN EN LA CONSULTA, HACE AÑOS QUE HA DEJADO DE SERLO ANTE CIERTAS CIRCUNSTANCIAS PUNTUALES