El tema de los caballos sueltos es recurrente en nuestra ciudad. Hace pocos días, un cronista de esta publicación vio nada menos que siete de ellos pastando cómodamente en la zona de Teófilo Rosell y Pedro Gallo y si bien se instalaron en un amplio terreno baldío que existe por allí, a él llegaron caminando cansinamente por las calles aledañas.

La zona a la que nos referimos no es muy transitada, aunque con frecuencia circulan camiones por T. Rosell, pero hace apenas una horas en plena calle Carrasco, por la que sí circulan automotores en cantidad apreciable, una pequeña tropilla se paseaba sin mayores complejos, tal su estilo.

Si bien es natural que las autoridades deban velar para que esto no suceda, no se entiende bien cómo los propietarios de esos equinos no tienen mayor cuidado con ellos. Ni siquiera abordándolo desde el punto de vista más importante, que  es el de la seguridad por el peligro que esos animales representan circulando de esa manera por las calles, sino por el hecho más inmediato para los intereses del propietario, que es el alto costo de un caballo al que, no obstante, se lo deja expuesto a ser atropellado por algún vehículo automotor. De más está decir que, en tal caso, las principales perjudicadas resultan las personas ya que las características de la estructura física de los equinos, hacen que terminen, la mayoría de las veces, dentro del habitáculo del automotor que tiene la desgracia de atropellarlos.

Doblemente irresponsables entonces esos propietarios que no cuidando siquiera su propio patrimonio, eso se nota, poco debe importarles la seguridad de los demás, lo que también es evidente.

Se nos ocurre que, retenidos los animales por las autoridades, no queda otro remedio que multar fuertemente a sus propietarios para que tengan al menos la precaución de atar con seguridad las riendas de los yeguarizos para evitar esa imagen tan folklórica y frecuente que apreciamos en nuestras calles, a fin de evitar la presencia de estos queridos pero, en cuanto al tránsito, peligrosos animales, paseándose por nuestras calles.

Caballos de paseo por calle Carrasco.