6 de noviembre de 2013

Actitud Animal Baradero: El rescate de una pitbull…

Hace 3 viernes, tu perra apareció en la entrada de mi casa. Las señales del maltrato del que, de alguna forma, había conseguido escapar, eran evidentes en todo su cuerpo. Las marcas de mordiscos frescos en su hocico, las cicatrices que recubrían su cuerpo, la piel en carne viva alrededor de su cuello, donde había sido atada con cuerdas que la herían una y otra vez. Las señales evidentes de que había sido utilizada para criar implacablemente, una y otra vez. Las heridas en sus codos que sangraban cuando tocaba cualquier cosa, por haber sido obligada a tumbarse en un suelo de cemento y en alguna jaula con malla de metal.

Ninguna de esas cosas son lo peor. Cuando examiné sus dientes para ver la edad que tenía, me puse a llorar. Ví que le habías arrancado la mayoría y que los pocos dientes que le habías dejado, habían sido limados. Todo eso lo hiciste sin ninguna anestesia, de eso estoy segura. Lo hiciste para que no pudiera defenderse. Lo hiciste para que no pudiera herir a los perros que entrenaste para pelear cuando la juntabas con ellos. Con cada mordisco que le daban, con cada gemido de dolor por su parte, te miraría buscando tu aprobación. Porque los perros solo quieren agradarnos. La lealtad está en su sangre, la violencia, no.

La primera noche que me quedé con ella, solo dormí dos horas. Cada vez que yo me movía, ella se levantaba y me miraba con preocupación, no quería que me alejara. Mi karma o alguna extraña energía, la condujo hasta mi puerta sabiendo que iba a encontrar consuelo. Al otro día la llevé a la veterinaria, al querer subirla a la camilla, su cuello empezó a sangrar. El ridículo collar que le habías puesto había abierto las cicatrices y no se quejó. Se lo quité inmediatamente me di cuenta. Todos se enamoraron de tu perra. Cuando descubrí que tenía cáncer, mi corazón se rompió doblemente. Todo mi amor se ha volcado a ella, a su espíritu bello y roto. Le tengo que dar de comer constantemente comidas blandas, porque, como te acordarás, le arrancaste los dientes. Ella deja que te acerques a su cara. Te da enormes besos. Me sorprendo como confía en los humanos, pero los perros la aterrorizan, no importa su tamaño, gruñe con miedo. Pero quien puede culparla después de todo lo que le hiciste? Ella por fin va a encontrar la paz y cuando cierre sus ojos y respire por última vez, yo estaré allí con ella. Le abrazaré su cabezota y le diré cuanto la amo. Cuando su espíritu deje su cuerpo maltratado y yo me haya quedado sin lágrimas por el dolor de su partida, te voy a buscar y te voy a encontrar, porque si podés hacer algo así a un perro, como te comportarás con tus semejantes, con tu familia o amigos? Qué valores y principios tenés? Tu madre sabrá el individuo que sos?.Tu perra logró llegar a la puerta de un humano curtido, persistente y ahora muy enojado. Cuidado!

pit y yo [BaraderoHoy]