“Baradero Suena: Crónicas del Rock Local”
SOCIEDAD- HISTORIAS DE VIDA- CRÓNICAS- BARADERO ROCK
Jazmín Abdala – RADIO LS2 BARADERO – Baradero, Prov. de Bs. As.
El rock en Argentina nunca fue una música de salón, ni una moda pasajera diseñada para encajar en la estética de una red social. El rock nacional nació del roce de los cuerpos en sótanos húmedos, del olor a cigarrillo y encierro de los baños de La Perla de Once, y de la urgencia desesperada de una generación que necesitaba gritar en su propio idioma cuando el silencio era una imposición externa. Aquel hito de “La Balsa” en el 67 no fue solo un fenómeno de ventas; fue la construcción de un refugio, un naufragio colectivo que nos enseñó que nuestras verdades también podían sonar a distorsión. Hoy, esa mística parece haber quedado relegada a los museos o a los grandes festivales que ocurren una vez al año, pero la realidad es mucho más cruda y, a la vez, mucho más esperanzadora: el rock de verdad, el que quema, está sucediendo ahora mismo a dos cuadras de tu casa.
Baradero se autoproclama con orgullo como la República del Rock, pero una República no se sostiene únicamente con un cartel de luces led un fin de semana. Una República vive de sus obreros, de esos que no salen en las tapas de las revistas nacionales pero que mantienen el pulso de la ciudad cada noche. Hablo de las bandas independientes que ensayan después de cumplir una jornada laboral de ocho horas, de los pibes que sueldan sus propios cables para ahorrar unos pesos y de los que cargan bafles pesadísimos en fletes prestados por puro amor al arte. Ellos son los verdaderos protagonistas de nuestra cultura, los que eligen el ruido como una bandera de resistencia en un mundo que parece preferir la comodidad del algoritmo y el sonido procesado.
Por eso decidimos abrir este espacio. “Baradero Suena: Crónicas del Rock Local” no nace para ser una agenda de eventos ni una gacetilla publicitaria. Nace como un radar para meternos en el ADN de nuestra música. Queremos documentar la autogestión salvaje, esa necesidad visceral de subirse a un escenario aunque abajo haya diez personas y arriba no quede ni un peso de ganancia. Nos interesa el detrás de escena, la verdad de la milanesa: por qué un grupo de personas decide dedicar su vida a algo tan hermoso y tan difícil como es el rock independiente en el interior de la provincia.
Vamos a salir a buscar las historias que no se cuentan. Las que se gestan en las orillas del río, las que se escriben en la soledad de una habitación con una guitarra criolla y las que explotan en los bares locales cuando la batería empieza a marcar el cuatro. Porque el talento no siempre baja de un micro de gira con catering y seguridad; muchas veces camina por tu misma vereda, lleva una funda de guitarra gastada al hombro y espera que alguien, por una maldita vez, le suba el volumen a su mensaje. El rock de Baradero tiene un sonido propio, una mezcla de industria, costa y noche que merece ser registrada con la seriedad que el arte exige.
Pero esta sección no la podemos escribir solos. El rock es una construcción comunitaria o no es nada. Por eso, este espacio también es una invitación a que vos, que estás del otro lado, te conviertas en parte de este registro. Queremos que nos cuentes qué banda te voló la cabeza el último fin de semana, a qué músicos tenemos que ir a buscar a su sala de ensayo, o si vos mismo tenés un proyecto que siente que ya es hora de dejar de sonar solo entre cuatro paredes. Escribinos a nuestras redes, mandanos un mensaje, hacé que el ruido circule. No esperes a que una banda “llegue” para empezar a valorarla; el reconocimiento tiene que empezar acá, donde nacen las canciones.
No dejen morir el rock. No lo digo como una frase hecha de remera, lo digo como una advertencia necesaria. El rock se muere cuando nos volvemos indiferentes a lo que pasa a la vuelta de la esquina. Se muere cuando preferimos consumir lo que nos imponen de afuera antes de prestarle el oído al vecino que tiene algo para decir. Cuidar a nuestras bandas es, en definitiva, cuidar nuestra propia voz y nuestra propia identidad como baraderenses. Mientras haya alguien dispuesto a enchufar un instrumento y romper la calma de la noche, esta República seguirá viva. Nosotros vamos a estar ahí para contarlo. Subí el volumen, que esto recién empieza.
Con cariño,
Jazmín.

