4 de agosto de 2011

Día del Párroco: Un pastor que congrega y conduce a su pueblo, el Párroco

La Iglesia Católica celebra hoy el Día del Párroco, en la festividad de San Juan María Vianney, el cura de Ars, modelo de vida de los consagrados. Con sus virtudes y defectos, estos sacerdotes son los referentes de sus ciudades y barrios.

Baradero, ha contado con numerosos sacerdotes que han sido artífices del desarrollo comunitario, antorchas vivientes que a pesar del paso del tiempo su memoria no se ha apagado.

Los párrocos son los colaboradores directos de los obispos y son destinados a las parroquias para ser guía espiritual de la feligresía. A cargo de los mismos está la evangelización y la santificación del pueblo de Dios.

Estamos hablando de un sacerdote a quién la Iglesia le ha confiado la atención pastoral de una comunidad. Su vocación como sacerdote nace de una respuesta libre a un llamado para ponerse al servicio de sus hermanos. Tal vez el texto que mejor expresa el sentido de su vida, es aquel de la carta a los Hebreos: “tomado de entre los hombres y puesto para intervenir a favor de los hombres, en todo aquello que se refiere al servicio de Dios” (Heb. 5, 1).

Hay tres elementos, como vemos, que definen la vida del sacerdote: el primero “tomado”, es decir, elegido, llamado; luego “puesto a favor de los hombres”, ello dice referencia a sus hermanos y, finalmente lo que le es propio, “en aquello que se refiere al servicio de Dios”.

Si bien este texto nos ayuda a conocer la vocación de todo sacerdote, para comprender la vida de un Párroco también nos puede ayudar aquel otro del Buen Pastor. En este pasaje es el mismo Jesucristo quién se presenta como el Buen Pastor, esta imagen tiene, por ello, un valor paradigmático en la vida de todo párroco. Es cierto que frente a esta imagen todos quedamos empequeñecidos, pero en ella está la verdad de pastores como un ideal al que deben tender.

El Pastor conoce y es conocido por su rebaño; va adelante, es un referente; congrega y conduce a su pueblo; lo alimenta y cura sus heridas; busca a quién está alejado y, sobre todo, da su vida, la entrega, nadie se la quita (cfr. Jn. 10).

El sacerdocio católico tiene en Jesucristo su razón de ser y su misión. Es más, debemos decir que el mismo Jesucristo quiso prolongar su presencia a través de un sacramento, el sacramento del Orden Sagrado. A esto es llamado el sacerdote. Sólo la referencia a Jesucristo explica su entrega total a la obra del Reino de Dios. El significado del sacramento que lo consagra y lo hace “alter Christus” (otro Cristo), excluye toda forma de un ministerio “ad tempus” (por un tiempo), o ser considerado como una función delegada por la comunidad.

Su ser, su realidad ontológica, participa directamente de Jesucristo por mediación apostólica, es decir del apóstol, del obispo que lo ordena, en la comunión de la Iglesia. Así lo instituyó Jesucristo, así lo recibió y lo trasmite la Iglesia. Esta fidelidad al Evangelio no excluye su actualización en el hoy de la historia, pero siempre desde una identidad profunda con su verdad original. Un auténtico espíritu creativo no cambia la esencia de las cosas, las recrea conservando lo que es propio. Así veo, y así trato de vivir el sacerdocio de Jesucristo.

Es una buena ocasión, en este día unir nuestra oración y gratitud por todos nuestros Párrocos que pasaron por las parroquias de nuestro pueblo tanto en Santiago Apóstol como Nuestra Sra. de Luján, que celebraron los sacramentos del bautismo, matrimonio y reconciliación. A ellos les hace bien nuestro reconocimiento.

Fuente: El Diario de Baradero.

Padre Atilio, párroco de Santiago Apóstol.