Bar El Entrerriano: Nos quedan pocos bares con historia
En la que hoy conocemos como calle Ayacucho, hace muchos años, unos 80, existía una casa grande, enorme para la época. Era lo que por entonces, con enorme hipocresía, se llamaba “casa de tolerancia”. Un antiguo vecino de nuestro medio, al relatarnos los promenores, nos contaba que en cierta ocasión pasó con su padre por las cercanías y, asombrado por el tamaño de la edificación, que ya no existe, le preguntó qué era eso y su papá le contestó que se trataba de “un hospital”. La madama que regenteaba el prostíbulo era conocida como “La rusa” y la mujer más solicitada por la clientela llevaba por nombre Matilde.
En las cercanías de ese lugar existía un bar propiedad de un Sr. Rodríguez, llamado “El Entrerriano” que por algún motivo, probablemente comercial, decidió mudarse y se estableció en la esquina de Julián O’Roarke y Emilio Genoud, sitio en el cual continúa funcionando hasta la fecha, claro que con distintos propietarios.
El local del bar consta de una puerta de ingreso en la esquina y sobre la calle O’Roarke, hay un amplio ventanal que posee, en su base, un mármol con una inscripción en letras bajorrelieve con estas dos palabras: “El Entrerriano”; el mostrador, las estanterías y algunas mesas, de inmediato nos remiten a los tiempos pasados.
Además de “El entrerriano” Rodríguez fue propietario del bar don Francisco Difino, quien lo mantuvo largos años, pasaron otros dueños hasta la actualidad que es propiedad de Juan Rojas quien sigue atendiendo a los parroquianos que cotidianamente pasan por el lugar para beber un trago, una cerveza fresca entre amigos mientras juegan un truco pasando el rato.
“El Entrerriano” es uno de los últimos bares tradicionales que van quedando en Baradero, el otro es “Los Angelitos”; si bien hay otros bares, solamente los dos mencionados obedecen a un patrón conformado por su larga permanencia en un mismo sitio.
Ya han cerrado sus puertas, “Bar Términi”, “El Nenúfar”, “El Gallego”, “Hüg” y algunos otros, los cambios en las costumbres, la vida cotidiana que poco tiempo deja al ocio hicieron que los bares tradicionales vayan desapareciendo, pero quedan algunos, pocos, como testimonio del pasado y de la historia local.
GM



Que lindo, el bar de la esquina de la casa de mis abuelos… Una verdadera “Reliquia” =) Espero que se siga en ese estado muchos años más =)