27 de octubre de 2025

CAMBIO ESTRUCTURAL: CÓMO LA VICTORIA DE LA LIBERTAD AVANZA REDEFINE EL MAPA POLÍTICO ARGENTINO.

ELECCIONES 2025 - POLÍTICA ARGENTINA

Por Jazmín AbdalaLS2 Baradero | 27 de octubre de 2025


 Si tenés solo un minuto, leé esto:

  • La participación fue del 67,8%, la más baja desde 1983.
  • La Libertad Avanza se consolidó como primera minoría a nivel nacional y amplió su presencia en ambas cámaras.
  • El peronismo (Fuerza Patria) quedó segundo con aproximadamente 31,7% y mantiene 99 diputados.
  • Debutó la boleta única de papel a nivel nacional sin incidentes relevantes.
  • Más de 12 millones de electores no concurrieron a votar: el ausentismo se consolida como fenómeno político.

El 26 de octubre de 2025 quedará marcado como una elección de doble signo: por un lado, la contundencia del resultado que catapulta al oficialismo a una posición de mayor influencia parlamentaria; por otro, la confirmación de una crisis de vínculo entre la política y gran parte de la ciudadanía, expresada en la histórica caída de la participación. Con el 67,8% del padrón asistiendo a las urnas —la cifra más baja en cuatro décadas— las lecturas no pueden limitarse a quién ganó y quién perdió: exigen un análisis de las causas, los efectos y los desafíos que derivan de este nuevo mapa político.


Contexto: la curva descendente de la participación

La variable participación es la que da la medida más fiel de la salud democrática. En 1983, el retorno al voto libre marcó picos superiores al 85%. En las últimas décadas, sin embargo, la tendencia fue de erosión: 2015 rondó el 80%, 2017 bajó al 77%, 2021 —en plena pandemia— cayó al 71,7% y 2023 subió al 77% por la intensidad presidencial. 2025 rompe con esa recuperación y marca un nuevo piso.

Las causas son múltiples: crisis económica persistente, fragmentación política, desgaste de los liderazgos tradicionales y desconfianza social. A esto se suma una generación joven que se informa, milita y protesta en redes, pero que cada vez se identifica menos con las estructuras partidarias.

Según la consultora Analogías, un 39% de los ausentes declaró haber tomado la decisión de “no votar” por no sentirse representado. Otro 22% lo hizo por descreimiento hacia el sistema en su conjunto. El ausentismo, lejos de ser apatía, se convierte así en una forma de expresión política.


La boleta única: una modernización institucional

Fuerte ausentismo de votantes en estas elecciones 2025.

El debut nacional de la boleta única de papel (BUP) fue uno de los ejes técnicos de la jornada. Implementada en todo el país, simplificó la logística, redujo los votos nulos y evitó el robo de boletas. El Correo Argentino y la Cámara Nacional Electoral informaron una jornada sin incidentes relevantes en más de 17.000 escuelas y 109.000 mesas.

Sin embargo, la reforma no logró revertir la desafección social. La boleta única resolvió un problema de procedimiento, pero no de legitimidad. En términos simbólicos, modernizar el sistema electoral no alcanza si la política sigue sin conectar con la ciudadanía.


¿Por qué ganó La Libertad Avanza?

La victoria de La Libertad Avanza (LLA) responde a una combinación de factores estructurales, discursivos y de coyuntura:

  • Reconfiguración del discurso: tras meses de tensiones, el oficialismo moderó su tono y amplió su base hacia sectores de centro.
  • Alianzas territoriales: acuerdos con referentes del PRO y fuerzas provinciales fortalecieron candidaturas clave en Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
  • Contexto económico: la desaceleración de la inflación y el regreso de reservas al Banco Central ofrecieron un clima de estabilidad que favoreció al gobierno.
  • Polarización efectiva: la campaña transformó la elección en un referéndum sobre la continuidad del modelo liberal frente al retorno peronista.

El resultado: LLA se consolidó como primera minoría en Diputados y amplió su representación en el Senado, acercándose al tercio necesario para sostener vetos. Un triunfo con fuerte contenido político y simbólico.


Un nuevo mapa territorial

El oficialismo arrasó en CABA (58,3%), Córdoba (56,1%), Mendoza (54%) y Santa Fe (52,8%). La Provincia de Buenos Aires, siempre termómetro electoral, fue decisiva: con un 46% de votos, Milei logró quebrar la hegemonía peronista en el conurbano profundo.

El peronismo retuvo su fuerza en el norte argentino (Santiago del Estero, Formosa, Chaco), pero perdió terreno en distritos urbanos y de clase media. La izquierda mantuvo presencia testimonial y las fuerzas provinciales no lograron consolidarse a nivel nacional.


Gobernabilidad: la segunda mitad del mandato

El oficialismo llega con fuerza, pero sin mayorías absolutas. Los próximos dos años requerirán acuerdos y pragmatismo. La gestión económica, la seguridad y la reforma laboral marcarán la agenda inmediata.

La consolidación legislativa le permitirá a Milei avanzar con proyectos de ley que habían quedado bloqueados, aunque el margen político dependerá del apoyo coyuntural de bloques aliados y del humor social. El desafío es claro: transformar el poder electoral en capacidad de gestión.


La oposición ante el espejo

El peronismo enfrenta una etapa de reconstrucción profunda. El resultado electoral lo deja sin eje unificador y con tensiones internas evidentes entre sus sectores tradicionales y emergentes. Dirigentes de peso ya plantean la necesidad de una “refundación opositora” basada en nuevas formas de militancia y liderazgo colectivo.

La oposición deberá decidir si se reconfigura como contrapeso democrático o si continúa en la lógica de fragmentación que le impidió ser alternativa. En esa definición se juega buena parte de la calidad política del nuevo ciclo.


Ausentismo: la otra gran señal

El verdadero mensaje de estas elecciones puede no estar en las urnas llenas, sino en las vacías. Más de 12 millones de personas no votaron. En términos históricos, se trata del nivel de ausentismo más alto en democracia.

En los barrios del conurbano, en pueblos del interior y en sectores urbanos jóvenes, la sensación es similar: “no me representan”. Esa desafección ya no se traduce solo en abstención, sino en un nuevo tipo de ciudadanía desconectada del sistema formal, pero activa en otros espacios: redes, consumo, cultura, protesta.

En ese contexto, la participación deja de ser solo un número y pasa a ser un indicador de legitimidad. Cuando la democracia se vacía de entusiasmo, se debilita desde adentro.


Reflexión final

La elección del 2025 marca un cambio estructural en la política argentina: la consolidación de un nuevo bloque dominante, la modernización parcial del sistema electoral y, al mismo tiempo, una creciente distancia entre dirigencia y sociedad.

El desafío, más que político, es cultural. Volver a despertar interés en participar, recuperar el sentido del voto y entender que la democracia no se agota en una jornada electoral. La legitimidad no solo se mide en votos, sino en confianza.

Argentina inicia así una nueva etapa: una donde el poder se redefine, pero también una donde el silencio del ausentismo resuena más fuerte que nunca. Escuchar ese silencio, interpretarlo y responder con hechos será, quizás, la tarea más urgente del tiempo que comienza.


Por Jazmín Abdala — LS2 Baradero | 27 de octubre de 2025

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *