Los adultos mayores son un grupo de riesgo para la neumonía. Es que esta población tiene más chances de contraer la enfermedad respiratoria tanto por factores relativos a la inmunidad celular como los asociados a los mecanismos de defensa locales a nivel bronquial, ya que se disminuyen las cilias, que son los “cabellos” que cubren los bronquios principales.
Por otra parte, los fenómenos vinculados al mal funcionamiento del mecanismo deglutorio, precisamente, la dificultad para tragar y deglutir, hacen que tanto la comida como la saliva vayan al árbol traqueobronquial en lugar de ir hacia el aparato digestivo.
Qué la provoca y cómo se detecta
La bacteria que provoca la mayoría de los casos de neumonía es el neumococo, pero los adultos mayores también son susceptibles a otros gérmenes como el haemophilus, los anaerobios – que viven sin presencia de oxígeno y son típicos de las neumonías aspirativas- y los gram negativos.
Por otra parte, otros factores típicos de la edad pueden volver a esta población más susceptible, entre ellos las insuficiencias cardíacas y renales, el uso de ciertos tranquilizantes como las benzodiacepinas, la ingesta de algunos antiinflamatorios y todo fármaco que predisponga a la aspiración.
Para prevenir estas afecciones, se recomienda la vacuna antineumocócica y la antigripal, ya que los ancianos – y particularmente los que están institucionalizados, por el hacinamiento– son vulnerales.
El diagnóstico de esta enfermedad respiratoria es básicamente clínico y ante la sospecha de un cuadro, el médico debe solicitar una placa de tórax y estudios que detecten soplos específicos.
Cómo se la trata
Cuando se confirma el diagnóstico, el paciente debe ser tratado con antibióticos y antivirales. En algunos casos, la enfermedad puede ser también producida por hongos y hasta incluso hay cuadros de origen químico, causados por la acidez estomacal.
La terapia más adecuada siempre deberá estar asociada con el estado del paciente. Por lo general, un adulto mayor tarda entre siete y 14 días hasta que mejora. Pero como la enfermedad es extremadamente debilitante, el tratamiento se debe complementar con cuidados específicos como la hidratación.
Si el adulto mayor presenta además insuficiencia cardíaca con disminución de la saturación del oxígeno, insuficiencia renal o aumento de la frecuencia respiratoria, debe ser internado.
Fuente: docsalud.com