Francisco saludó a los fieles en la Plaza del Vaticano desde un jeep utilizado como papamóvil donde Jorge Bergoglio estaba al descubierto. En un momento se bajó para saludar personalmente a los allí presentes. Se especula que más de un millón de personas esperaron la llegada del Sumo Pontífice.
Luego, a las 5.26 (de Argentina), Francisco descendió a la tumba de Pedro, donde rezó, ya en el interior de la basílica. Estuvo acompañado por diez patriarcas y arzobispos mayores de las iglesias orientales católicas.
Acto seguido, el Papa encabezó la procesión bajo el canto de las Laudes Regiae (El Rey es Cristo) invocando a los santos, hasta llegar a la plaza, donde se encuentran las autoridades políticas y representantes de otros credos.
Después, Bergoglio recibió el palio y el anillo del pescador como antesala de la misa.
“El verdadero poder es el servicio e incluso el Papa para ejercer el poder tiene que entrar en el servicio humilde y concreto”, dijo Francisco en su homilía.
Además, pidió no tener miedo a la bondad y reclamó ser “los custodios de los dones de Dios”.
Y concluyó reiterando: “Recen por mí”.
Mientras tanto, en Buenos Aires, miles de fieles se congregaron anoche en la Catedral Metropolitana para esperar la ceremonia. Durante la vigilia recibieron sorpresivamente un llamado telefónico del Papa que generó una enorme conmoción.
