Todos, de alguna manera, vamos por la vida buscando una oportunidad, de esas que cambien nuestra suerte. Suerte que le colocamos el apelativo de “mala” porque por donde se meta la cabeza por ahí le dan. Y lo que es peor los males vienen de las personas que amamos o de la propia familia.
Al padecer esto sentimos que el mundo se nos viene encima y que no hay salida, por esto necesitamos, con urgencia, despertar y llenarnos de fortaleza para ello leamos esta historia: “Un pájaro que vivía resignado en un árbol podrido en medio del pantano, se había acostumbrado a estar ahí, comía gusanos del fango y se hallaba siempre sucio por el pestilente lodo. Sus alas estaban inutilizadas por el peso de la mugre, hasta que cierto día un gran ventarrón destruyó su guarida; el árbol podrido fue tragado por el cieno y el se dio cuenta de que iba a morir.
En un deseo repentino de salvarse, comenzó a aletear con fuerza para emprender el vuelo, le costó mucho trabajo porque había olvidado como volar, pero enfrentó el dolor del entumecimiento hasta que logró levantarse y cruzar el ancho cielo, llegando finalmente a un bosque fértil y hermoso.”
Interesante verdad. Pero más interesante es comprender que siempre habrá problemas y que son parte de la vida. Por eso nunca es tarde. Jamás será suficiente todo el esfuerzo que se hace o se ha hecho. Que aquí nada tiene que ver cuantas veces nos hemos equivocado o el tamaño de la traición. Aquí lo que cuenta es seguir adelante, sacudirse lo pegajoso del barro que no nos deja volar. Es el momento de sentir la fuerza de la vida en esos momentos de grandes dificultades.
Habrá que recordar que no tenemos grandes problemas, sino un gran Dios que nos ayudará a resolver los problemas de la vida. No debemos olvidar que se hace necesario el esfuerzo para entender el dinamismo donde están en plena lucha el bien y el mal, la luz y las tinieblas, la muerte y la vida. Con el esfuerzo podemos entender que nuestra vida está llena de oportunidades, saber aprovecharlas y obtener los frutos deseados constituye el centro de nuestras aspiraciones. La superación es el valor que eleva a toda persona a lograr vencer, convencer y demostrar en el tiempo que se puede llegar y triunfar. Me atrevo a decir que la superación es una ilusión que está muy dentro de cada uno para ser explotado en el momento menos esperado.
Son muchos que la han visto partir como el agua entre los dedos; otros la pierden sin haber comprendido su gran valor y responsabilidad; otros cuantos la esperan olvidando que ella no llega si cada uno no se lo propone. Sería interesante que a esta altura pensemos en aquel negocio que queríamos iniciar, el vestido que queríamos confeccionar, la biblioteca que intentamos fabricar… Y al no lograrlo o hacerlo nos sentimos frustrados o aletargados dentro de una situación de mucha tristeza o por lo menos de una terrible depresión.
La superación personal se encuentra en la persona misma y no en los bines materiales, como tampoco de determinada edad. Es toda una cuestión de lucha interna donde se enfrenta la tristeza con la alegría, la acción con la pasividad. Renunciar equivale a una vida triste, gris, monótona que es igual a conformismo.
Nunca te lances a una empresa, si antes no has reflexionado sobre sus posibles éxitos o peligros.