Viernes de la 5ª Semana de Cuaresma…No pueden verle. ¡Qué paradoja!
Entonces los judíos tomaron de nuevo piedras para tirárselas. Jesús les dijo: «He hecho delante de ustedes muchas obras hermosas que procedían del Padre; ¿por cuál de ellas me quieren apedrear?» Los judíos respondieron: «No te apedreamos por algo hermoso que hayas hecho, sino por insultar a Dios; porque tú, siendo hombre, te haces Dios.» Jesús les contestó: « ¿No está escrito en la Ley de ustedes: Yo he dicho que son dioses? No se puede cambiar la Escritura, y en ese lugar llama dioses a los que recibieron esta palabra de Dios. Y yo, que fui consagrado y enviado al mundo por el Padre, ¿estaría insultando a Dios al decir que soy el Hijo de Dios? Si yo no hago las obras del Padre, no me crean. Pero si las hago, si no me creen a mí, crean a esas obras, para que sepan y reconozcan que el Padre está en mí y yo en el Padre.» Otra vez quisieron llevarlo preso, pero Jesús se les escapó de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, donde Juan bautizaba al principio, y se quedó allí. Mucha gente acudió a él, y decían: «Juan no hizo ninguna señal milagrosa, pero todo lo que dijo de éste era verdad.» Y muchos creyeron en él en ese lugar. EVANGELIO: Juan 10, 31-42
CLAVES para la VIDA
– En el texto evangélico, seguimos en ese choque constante de Jesús con las autoridades judías. Nos encontramos, pues, en un contexto de confrontación, en el que Jesús es acusado de blasfemo; por lo tanto, algo grave en aquella realidad social y religiosa. De ahí que quieren apedrearle; la ceguera y la obstinación es la nota de los adversarios. Mientras, Jesús presenta el aval del Padre porque realiza sus obras, pero no es aceptado.
– Una vez más, la reflexión que sugiere este relato es que cuando no se quiere ver… ¡es terrible! La idea religiosa, sus “principios de siempre”, pueden más en sus vidas que lo que ahora mismo pueden ver y descubrir. De ahí que Jesús es rechazado por aquellos que debieron aceptarlo más fácilmente porque conocen las Escrituras y lo que anunciaban del Mesías. Ahora que lo tienen delante, están ciegos. No pueden verle. ¡Qué paradoja! Ante los acontecimientos que vamos a celebrar en la Semana Santa, podría ocurrirme algo parecido: “siempre lo mismo; lo hemos celebrado tantas veces…”, que me haya vuelto impermeable. Sería terrible, pero pudiera ocurrir… ¡por desgracia! Abrirme a la novedad, preparar el corazón a contemplar y experimentar… ¡ES NECESARIO!
ORACIÓN PARA ESTE DÍA
“Padre, confío en tu amor porque de Jesús he aprendido que tú nunca nos abandonas”.
