Ya se acerca navidad: El árbol no nos deja ver el pesebre
Hace varios años, por estos días, el armado del pesebre dominaba la vida cotidiana. A las figuras tradicionales, se les sumaba alguna nueva cada año y así, se iba conformando la clásica escena de María, José, el Niño, los pastores y los animales rodeando el establo de Belén. Los había de variado tamaño y recordamos particularmente uno, enorme, que las hermanas Drago armaban sobre el hogar a leña de la sala principal de su enorme casa de Sáenz y Darragueira.
Como en todos los tiempos, había pesebres con figuras de lujo y otros armados con lo que se encontraba a mano y, por supuesto, donde se carecía de dinero debía sobrar el ingenio y hasta las latitas que sellan el corcho de las botellas de sidra, se forraban con lana para que pareciesen animales y se incorporaba a una fauna que intentaba ser variada y creciente anualmente.
La “mercantilización de la sociedad” anunciada hace muchos años por un filósofo alemán, le llegó también a los símbolos de la cristiandad. En el tránsito de la Nochebuena a la Navidad, los chicos de antaño esperábamos al “Niño Dios” o al “Niño Jesús”. Papá Noel o Santa Claus era una cosa extraña, de otras tierras y tradiciones, casi nadie armaba el arbolito y quien deseaba hacerlo recurría a algún vivero en busca de alguna “picea excelsa” ya que no se los encontraba, como ahora, a la venta por doquier. Lo nuestro era el pesebre.
De a poco, impulsado por intereses comerciales, la figura de papá Noel y el árbol de Navidad comenzaron a ganar terreno hasta llegar hoy casi a desplazar completamente al pesebre que ha comenzado a ser casi una rareza. Basta con observar algún negocio dedicado a la venta de artículos navideños para notar que el árbol, sus abalorios y la figura de Santa Claus han copado todos los estantes y escaparates. A veces, casi como olvidado, como un recuerdo del pasado, se acuerda alguien de exhibir un pesebre.
Sabemos que en muchas casas todavía se conserva esta tradición tan nuestra e instamos a mantenerla y expandirla. Es difícil luchar contra una marea semejante, pero a veces basta con mantener un hilo, una pequeña hebra basta para reconstruir todo un tejido. Nada tenemos contra el árbol navideño ni contra Santa Claus, solamente deseamos que no se pierda el pesebre, tan argentino y tan latinoamericano.


Estamos gobernados por la corriente, dejamos de ser nosotros mismos …
LLegue a esta pagina por que buscaba ejemplos de ” mural navideño ” que estoy implementando en la entrada principal de la casa …
Pienso culminarla junto a mis sobrinos, sera muy importante para mi y para ellos, quizas de esta manera se fortalesca y perdura el mensaje o significado de Navidad en los amigos y familiares Peruanos.
EN CASA ARMAMOS EL PESEBRE TODOS LOS AÑOS,AUNQUE TAMBIEN ARMAMOS EL ARBOL,PERO PRIMERO EL PESEBRE!!!
El Árbol De Navidad
Los antiguos germanos creían que el mundo y todos los astros estaban sostenidos pendiendo de las ramas de un árbol gigantesco llamado el “divino Idrasil” o el “dios Odín”. En cada solsticio de invierno, cuando suponían que se renovaba la vida, le rendían un culto especial.
La celebración de ese día consistía en adornar un árbol de encino con antorchas que representaban a las estrellas, la luna y el sol. En torno a este árbol, bailaban y cantaban adorando a su dios.
Cuentan que San Bonifacio, evangelizador de Alemania e Inglaterra, derribó el árbol que representaba al dios Odín, y en el mismo lugar plantó un pino, símbolo del amor perenne de Dios y lo adornó con manzanas y velas, dándole un simbolismo cristiano: las manzanas representaban las tentaciones, el pecado original y los pecados de los hombres; las velas representaban a Cristo, la luz del mundo y la gracia que reciben los hombres que aceptan a Jesús como Salvador. Esta costumbre se difundió por toda Europa en la Edad Media y con las conquistas y migraciones, llegó a América.
Poco a poco, la tradición fue evolucionando: se cambiaron las manzanas por esferas y las velas por focos que representan la alegría y la luz que Jesucristo trajo al mundo.
Las esferas y sus colores, actualmente simbolizan las oraciones que hacemos durante el periodo de Adviento:
azules simbolizan oraciones de arrepentimiento
plateadas, de agradecimiento
doradas, de alabanza
rojas, de petición
Se acostumbra poner una estrella en la punta del pino que representa la fe que debe guiar nuestras vidas.
También se suele adornar con diversas figuras el árbol de Navidad. Éstos representan las buenas acciones y sacrificios, los “regalos” que le daremos a Jesús en la Navidad.
Para aprovechar la tradición: Adornar el árbol de Navidad a lo largo de todo el Adviento, explicando a los niños cada simbolismo. Los niños pueden elaborar sus propias esferas (24 a 28, dependiendo de los días que tenga el Adviento) con una oración o un propósito en cada una. Conforme pasen los días, las van colgando en el árbol de Navidad hasta Nochebuena.