Brasil tampoco pudo

Que se vengan los chicos. Venezuela no lo dejó ganar a Brasil en el debut del Grupo B y confirmó la tendencia que inició Bolivia frente a Argentina: las potencias ya no ganan con la camiseta y las sorpresas mandan en la Copa.

Hace más de una década Hugo Chávez, desde su cargo de presidente de la República Bolivariana de Venezuela, se le plantó al poder económico personalizado en los Estados Unidos e inició una era en la que el país más débil intenta no ser avasallado por el poderoso. Unos años después, Evo Morales desde el Altiplano boliviano propuso que su país transite el mismo camino. En el mundo del fútbol, Lionel Messi es el rey y Brasil es el dueño de la pelota. Nada más intimidante que Argentina y el Scratch en esta Copa América, que en sus primeros partidos vio cómo Venezuela y Bolivia, sin figuras rutilantes, maniataron a las dos potencias y les amargaron el debut.

En el mismo escenario platense y con casi el mismo frío, los dos seleccionados que supuestamente iban a ver cómo Argentina y Brasil arrancaban con el pie derecho, sumaron sendos empates, prendieron algunas alertas en los poderosos y ahora hasta se animan con pasar a los cuartos de final. Un error de Banega y la incapacidad ofensiva de Argentina para terminar de llevarse por delante a Bolivia el viernes, y la tibieza con la que jugó ayer Brasil ante una ordenada Venezuela, hicieron saltar la banca de todas las apuestas y pusieron en duda hasta dónde se traduce en la cancha todo ese poderío que las grandes potencias supuestamente tienen. Nombre por nombre, Argentina y Brasil son mucho más que el resto de los participantes de esta Copa América, pero en ninguno de estos partidos de la primera fecha pudieron demostrarlo en el verde césped, más allá de aquel golazo del Kun Agüero.

“No se gana con la camiseta y ya no hay equipos bobos. Un ejemplo reciente y claro es el de la Argentina”, había advertido el lateral Dani Alves antes del choque de ayer, tratando de que su equipo aprendiera la lección del debut de Messi y compañía. ¿Sus compañeros no lo escucharon o en realidad ya no hay equipos bobos? Un poco y un poco. Brasil careció de amor propio, de sana desesperación para ir por la victoria, mientras que Venezuela se armó bien para neutralizar a su rival, pero no contó con picardía para complicar a Júlio César en los contraataques.

NO TODO CAMBIÓ. En lo futbolístico Brasil lleva tres partidos sin vencer a su par venezolano, tres encuentros en los que ni siquiera pudo meter goles. En lo cultural, todo sigue igual. El empate de Bolivia fue catalogado como una hazaña en la tierra que desde el viernes no se lamenta, y ayer los dirigidos por César Farías celebraron el 0-0 como un triunfo. De hecho, apenas el árbitro Raúl Orosco pitó el final, los hinchas venezolanos, apoyados por los argentinos, estallaron de júbilo mientras los brasileños chiflaban a sus jugadores, que rápidamente abandonaron el campo de juego. Tanto Bolivia como Venezuela se siguen reconociendo inferiores y por eso saborean con fuerza estas pequeñas alegrías que van consiguiendo. Tan sorprendidos llegaron a estar en Venezuela por ganarle a Brasil hace unos años, que el mismo Chávez dedicó uno de sus discursos a celebrar aquel triunfo: “El día menos pensado llegó ayer.” Y quizá otros días menos pensados estén por venir.

Fuente: Tiempo Argentino