27 de noviembre de 2025

EL ARSÉNICO, UN METALOIDE QUE ESTÁ NATURALMENTE EN EL SUELO ARGENTINO, CONTAMINA LAS NAPAS Y LLEGA AL AGUA QUE TOMAN MILLONES DE PERSONAS.

ACTUALIDAD

 


SI TENÉS SOLO 1 MINUTO, LEE ESTO.

El arsénico, un metaloide que está naturalmente en el suelo argentino, contamina las napas y llega al agua que toman millones de personas. No se ve, no tiene olor ni sabor y, a largo plazo, puede generar lesiones en la piel, enfermedades cardíacas y varios tipos de cáncer. Mientras la OMS recomienda un límite de 10 ppb, Argentina todavía permite hasta 50 ppb. En muchas ciudades los valores superan lo seguro. La exposición es silenciosa, pero sus consecuencias no.


La preocupación por el agua volvió a despertar en la región. Como una sombra que aparece de a ratos, el tema del arsénico regresa cada vez que un estudio, un mapa o un análisis de laboratorio recuerda lo que muchos sospechan: que lo que sale de la canilla no siempre es tan inocente como parece. El agua es clara, fresca, aparentemente perfecta. Pero en Argentina —y especialmente en el norte y centro del país— hay historias que se escriben en silencio, gota a gota.


El arsénico no es nuevo en nuestro territorio. Está desde antes de que existiéramos como pueblos. Desde antes de que hubiera ciudades, rutas o pozos. Su origen está en la corteza terrestre, impulsado por procesos geológicos milenarios. Forma parte de las napas profundas y, como un visitante que nadie invitó pero que nunca se fue, asciende y se mezcla con el agua que consumimos todos los días.


## ¿Qué es el arsénico?

El arsénico es un metaloide natural presente en rocas y sedimentos. En el agua aparece principalmente en forma inorgánica, la más tóxica. Y tiene una peculiaridad inquietante: no se huele, no se ve, no se siente. No avisa.


## ¿Cómo afecta al cuerpo?

Entra por la boca, pero actúa despacio. No provoca síntomas inmediatos. Es un enemigo paciente.

Con los años, la exposición puede generar:

– Manchas, engrosamiento o lesiones en la piel.
– Tos crónica, alteraciones respiratorias.
– Problemas cardiovasculares.
– Fibrosis pulmonar.
– En niños y bebés: daños más rápidos y severos.
– Y lo más grave: cáncer de piel, pulmón, vejiga y laringe.

A este cuadro se lo conoce como HACRE (Hidroarsenicismo Crónico Regional Endémico), una enfermedad que ha marcado a varias generaciones.


#

# Niveles permitidos: OMS vs Argentina

 

– **OMS:** máximo seguro → 10 ppb (µg/L)
– **EPA (EE.UU.):** también 10 ppb
– **Norma Argentina:** hasta todavía se considera aceptable
(cinco veces más que lo recomendado internacionalmente)

El ITBA, en su mapa nacional, clasifica así:

 

– **0–10 ppb (Verde):** agua segura
– **10–50 ppb (Amarillo):** es necesario controlar
– **Más de 50 ppb (Rojo):** no apta para consumo ni para cocinar


Mientras el mundo avanza hacia estándares más estrictos, Argentina sigue sosteniendo un límite más alto que el recomendado.


## ¿Dónde ocurre y por qué?

No es una contaminación industrial. Es natural. Está en la tierra. Y por eso es tan difícil de eliminar.

Las regiones más expuestas son:

– Buenos Aires (especialmente el corredor de la Ruta 5 y zonas rurales)

 

– Sur de Santa Fe
– Sur de Córdoba
– Santiago del Estero
– La Pampa
– Chaco
– Salta y Tucumán

 


Más de 4 millones de personas podrían estar consumiendo niveles superiores a los recomendados.

 


## Las consecuencias silenciosas

El arsénico no se evapora. No se destruye al hervir. No “se va” con el tiempo.

Lo que sí hace es quedarse en el cuerpo, en la piel, en la sangre. Se acumula. Y después de años, empieza a hablar:

– en manchas
– en dificultades respiratorias
– en diagnósticos que llegan cuando ya es tarde
– en familias enteras que nunca supieron que el problema estaba en la canilla


Mirar un mapa no alcanza. Tampoco alcanza con que el agua sea clara. La verdadera seguridad se esconde en números microscópicos, en laboratorios, en políticas públicas que deben actualizarse, y en información que muchas veces llega tarde.

Porque el arsénico no grita. Sus síntomas no aparecen en un día. Pero una vez que empieza su camino en el cuerpo, deja huellas que no siempre se pueden borrar.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *